"Dobo, Dobo, no me comas"
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ARGUMENTO: El lobo de la casita del bosque tiene mucha hambre. El invierno está siendo muy duro y ya está harto de comer sopa de verduras. Cuando una ovejita perdida llama a su puerta, el lobo se relame pensando en el rico estofado que va a cocinar. Pero todo se complica. La dulce ovejita también tiene hambre, frío y sueño. El lobo va cuidando a su futura cena pero algo cambia en su interior: “No puedo comerme a una ovejita que me necesita. ¡Tendría dolor en el corazón!”.
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GENERO: Títeres de mesa ESPACIO: Sala CLASIFICACION: Todos los públicos RECOMENDADO: 1er. y 2do. ciclo de Primaria
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ENFOQUE PEDAGÓGICO: Un cuento siempre es un estímulo, una puerta abierta a nuestra rica y compleja dimensión emocional. El conocimiento de este mundo emocional proporciona al ser humano un adecuado nivel de bienestar físico y mental. Las emociones están presentes en nuestras vidas desde el momento del nacimiento, y aún antes. Nos acompañan en todas nuestras vivencias diarias y afectan a todas las áreas de nuestra vida. Marcan nuestra personal visión de la realidad, cómo nos vemos y cómo percibimos el mundo que nos rodea. Aprender a conocer, respetar y equilibrar nuestras emociones y sentimientos es una tarea que nos lleva toda una vida. De ahí la importancia de poner a los niños en contacto con su mundo emocional, tanto el considerado bueno (alegría, altruismo) como el malo (rabia, celos, miedo). Ambos van a ser nuestros compañeros, y es mejor reconocerlos e integrarlos en una personalidad total. “Dobo, dobo, no me comas” se basa en valores tan universales y básicos como la empatía, la compasión por los débiles y el amor que nace en los corazones más endurecidos cuando un pequeño ser los necesita para sobrevivir. El lobo Dobo sufre una gran transformación desde el momento en que empieza a actuar considerando a la ovejita, poniéndose en su piel. La empatía es algo innato en el ser humano y en muchos animales. Necesitamos de la empatía para saber cómo se sienten los demás y cómo las reacciones que uno realiza les afectan, lo que lleva a comportamientos más conscientes y honestos. Sin embargo, la empatía es un sentimiento que debemos educar y cultivar. Difícilmente podemos llegar a ser seres empáticos si nunca nos hemos sentido queridos, escuchados o valorados, si nunca nos han permitido expresar nuestros sentimientos. El niño/a trabaja la empatía cuando ayuda a un amigo que tiene un problema; cuando consuela a una persona que sufre; cuando hace un regalo pensando en la persona que lo recibe; cuando se interese por lo que se interesan otras personas; cuando comprende el punto de vista de los demás; cuando respeta y cuida el mundo animal y vegetal que le rodea; cuando acepta como amigo a alguien diferente…
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